Entre tanto rebumbio de halloweens, samaíns, magostos e santos e defuntos imos perdendo a idea de que tanta(s) festa(s) remiten á mesma celebración: o final do ciclo agrario, nestes climas atlánticos.
Buscando un buratiño para sumarnos á(s) celebración(s), demos con este documento que compartimos convosco de boa gana.
Trátase dun “contrato de caseiros”, datado en 1950. Non sabemos se é raro, pero tampouco debe ser moi común. Normalmente estes contratos eran orais ou -se este reponde a un modelo- oral era a súa renovación:
“Se establece como duración de este contrato de aparcería, el de un año, prorrogable por tácita reinducción por otro, y así sucesivamente, si en los meses de julio o agosto no se diere a saber, el propietario al casero, o el casero al propietario, que se terminaba el contrato al finalizar el año agrícola, o sea en treinta de noviembre del año en que tal requerimiento se haga”
A min, desde que mo prestou o meu amigo Manolo Crespo, tenme fascinado por varias razóns, entre outras, polas posibilidades que ofrece para un traballo interdisciplinario nas nosas aulas.
Comeza por unha relación de terras e terreos: un feixe de microtopónimos (con algunha mala transcrición –avieiras por avileiras- , castelanización ocasional –Castro de Abajo- ou improvisación ortográfica –Riva da Ribada) que me parece unha marabilla, non só pola súa eufonía, senón para o estudo da lingua da zona ou a, case sempre clara, motivación dos nomes.
O detalle co que se mencionan os cultivos de cereais, de patacas e castañas, os usos forestais ou os hortícolas resultan unha delicia. Tamén o que afecta ao coidado, compra e venda do gando, ao tratamento e aproveitamento do esterco ou ao mantemento que precisa a casa cedida.
E que dicir das precisións contractuais que se debullan en todo o documento?
“Entrégale tambien al casero las relacionadas fincas para que cultive según uso y costumbre de buen labrador de la tierra”
“y tambien serán partidos de por mitad la cosecha de castañas que /…/ serán cogidas por el casero en su cosecha total y despues de “desourizadas” y preparadas, se partirán a la mitad conforme a /…/”“En caso de muerte de una res, se entenderá inevitable, si fuere asistida por veterinario y se le administrasen los remedios e diesen las medicinas prescritas; en caso contrario se en[ten]der[á] que ha fallecido por abandono del casero. Y si la muerte fuere por accidente, también se entenderá natural a menos que fuere provocada por el colono o por el no evitada pudiendo hacerlo. Si la muerte fuere inevitable conforme a las anteriores normas, la perdida será de por mitad entre propietario y casero teniendo por capital perdido en el que estuviere puesta la res ya fuera mayor o menor del que realmente valiere, cuyo capital será cubierto criando una ternera de las nacidas en la casa hasta que valga el mismo capital, para de esta forma, pague el casero la mitad de la pérdida con su jitad (sic) de ganancia en la cria"
En fin, antes de que se me dea por transcribir todo o documento, pídovos desculpas polos nosos medios que a rudimentarios algo tiran.
1 comentario:
Una curiosidad: parece que el tecnicismo agrícola "estrume" fue imposible de adaptar... Lógico: la palabra en español es "esquilmo". Con todo, resulta que "estrume" es cultismo puro y duro, cuyo uso va directamente desde Virgilio hasta este contrato (http://books.google.es/books?id=tS7OOe7quykC&pg=PA741&lpg=PA741&dq=latin+strumen&source=bl&ots=doLJVU3zI2&sig=1GF1pouBlN1yEj0uiKi1D1fHVNA&hl=es&ei=D6DJTMKkOdO7jAeMm-XIDw&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=2&ved=0CBoQ6AEwAQ#v=onepage&q=strumen&f=false).
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