Entre algunos de los temas de interés de nuestro II Festival de Animación, organizado por el profesor, músico y musicólogo Severiano Casalderrey, ha estado el del análisis de la relación entre algunas obras literarias y su adaptación al cine.
Y, así, con la excusa de leer en paralelo "El corazón delator" y esta adaptación animada de 1953, uno pudo tener la oportunidad de releer los cuentos de Poe (esos que en español, afortunadamente, tradujo Cortázar), y confirmar una vieja impresión acerca de su talento para narrar y su genialidad para representar literariamente (así en ese cuento y en otros muchos parecidos) determinados estados atormentados de nuestra conciencia.
Poe es, ante todo y sobre todo, un excepcional contador de historias. Un fascinante narrador. Salvando sus momentos de lenguaje histriónicamente romántico, sus cuentos absorben la atención del lector desde la primera línea y, sobre la base de un uso racional pero libérrimo de la fantasía, lo llevan a una apasionante sucesión de peripecias que no dejan respiro. Es, pues, un escritor que entretiene al lector, a un lector intemporal: tanto al de hace dos siglos como al de hoy en día.
También es, como decía antes, un brillante revelador de la fuerza de atracción de lo irracional para el ser humano. Su gusto por lo terrorífico, por lo brutal, por la muerte, por lo extraño y extravagante, no es más que la plasmación de la fascinación, típicamente romántica (muy humana, por tanto, muy actual), por lo irracional, por todo eso que rechazamos de plano con nuestra inteligencia, pero que en nuestra soledad interior puede llegar a atormentarnos.
No se trata, con todo, de que Poe crea en el más allá, en lo sobrenatural o en cosas así. Poe demuestra en su obra una extraordinaria comprensión de la fuerza de nuestro subconsciente, y es esa fuerza la que siempre aparece en sus relatos.
Es, pues, el poder sin límites de la mente del ser humano el responsable de la creación de esa otra realidad que aparece en sus relatos, una realidad formada a partir del entrecruzamiento de nuestras obsesiones, frustraciones, miedos, arrepentimientos y ansiedades, que siempre, al final, no son más que una única forma de expresar nuestro racional pavor a la muerte.
Leer a Poe es un recomendación. Su lectura, un placer asegurado.
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