Lo primero que me gusta de El libro de la jungla es que sé que siempre me va a gustar. En los momentos de frustración lectora, que se incrementan con los años, abrir determinados libros por cualquier página es una garantía de reconciliación con la literatura.
Y así fue; estaba yo intentando animarme para pasar de página en una aburrida novela en la que un revolucionario venezolano se va a la selva para fundirse amorosamente con ella, cuando me acordé de esta otra selva.
Y así fue; estaba yo intentando animarme para pasar de página en una aburrida novela en la que un revolucionario venezolano se va a la selva para fundirse amorosamente con ella, cuando me acordé de esta otra selva.
Lo segundo que me gusta de la jungla de Kiplin es que en su título no se habla, en absoluto, de ese intencionadamente conmovedor tierras vírgenes con el que se estila adaptar el jungle inglés. Y se llama así, The Jungle Book, porque el protagonista del libro es la jungla. La jungla es su naturaleza, y es sus animales y es la presencia siempre inquietante del ser humano. Pero en estas historias de Kipling no hay mitificaciones absurdas ni tampoco tanta moralina como muchos quieren ver. A no ser que se quiera ver, y entonces se encuentre. Hay quien dice que la primera línea del Quijote tiene un mensaje cifrado... La jungla de Kipling es realmente salvaje, como le corresponde, pero son los movimientos de la psique de sus personajes los que nos recuerdan a nosotros, y es ahí donde resulta a veces inquietante. Tanto que sonreímos pensando que es moralina.
1 comentario:
É verdade. Este é un dos que tiña reservados para O LerENvenres. Ti dixéchelo mellor do que eu o ía facer.
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