Desde hacía unas semanas, había desaparecido de las páginas de Babelia y algunos maliciábamos que algo malo podía estar pasando. Hoy, al llegar a la página de obituarios de El Mundo, nos hemos encontrado con el suyo, y así los peores presagios se han confirmado: Rafael Conte ha muerto.
Junto con Miguel García-Posada, Conte ha venido desempañando, y hablamos solo de los últimos 30 años, un papel esencial en la orientación literaria de muchísimos lectores, tanto desde las páginas del legendario ABC Cultural como desde el suplemento de El País.
Sobre todo y ante todo un gran lector, y de ahí su interés como crítico, sus comentarios han resultado siempre una lectura obligada para los aficionados a la buena literatura por la enorme cantidad de información literaria que ofrecen, pues a muchos le han servido de punto de partida para el conocimiento de autores y libros de calidad. Algo realmente impagable.
El desalentador panorama de la crítica literaria actual en nuestros medios de comunicación, donde cualquiera es crítico y donde uno no sabe muy bien cuál es exactamente el objetivo que tienen los suplementos culturales, permite valorar en su justa medida la labor y la capacidad de Conte, al que muchos lectores echaremos de menos por el gran servicio que siempre nos ha prestado.
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