21 novembro, 2008

Un modelo de organización bibliotecaria: Universidade de Gotinga, 1817

En 1929, Don Ramón Aller redacta, a petición do Seminario de Estudos Galegos, a biografía de Joseph Rodríguez y González (Bermés-Lalín, 1770 – Santiago, 1824), un dos nosos máis descoñecidos homes de ciencia.

Viaxeiro á procura do saber, O matemático de Bermés desprázase a Alemaña coa encomenda “de examinar los Establecimientos científicos de aquella Nación”... Especial atención lle mereceu a Biblioteca da Universidade de Gotinga, se cadra por contraste co que estaba afeito a ver. Así o deixou reflectido na carta que remite ao Claustro da Universidade de Santiago, o 1 de febreiro de 1817:


“Así, pues, creo un deber dar a V. S. de esta Universidad fundada en 1740; y espero le interesará particularmente la organización de su Biblioteca. Esa ocupa el principal edificio de la Universidad y posee hoy hasta trescientos mil volúmenes. Es muy rica no sólo en lo mejor de todas las ciencias sino también de la Literatura de todas las Naciones europeas. De la nuestra no falta casi nada, y antes de la guerra tenía un corresponsal constante en Madrid que le enviaba todo lo que se publicaba bueno en aquella capital.

El gobierno libra anualmente veinticuatro o veintiocho mil pesetas para gastos de libros, sin los regalos que a veces hacen los hermanos del Príncipe Regente de Inglaterra, discípulos que fueron de esta Universidad por espacio de tres años.

La dirección está a cargo de quatro bibliotecarios profesores, con varios ayudantes, escribientes, y criados a su disposición. Estos cuatro se reparten entre sí los diversos ramos de Ciencias y Literatura a fin de adquirir lo bueno que aparece en estos, y de formar la parte respectiva del catálogo, el cual consta ya de ciento veinte volúmenes en folio. Pero antes de inscribir en éste los libros adquiridos, los profesores de las facultades respectivas forman la censura y crítica conveniente que uno de los bibliotecarios está encargado de inscribir en el diario literario de la Universidad, para que sirva de instrucción a los que deseen aprovecharse de la Biblioteca. Esta se halla abierta una hora al día y dos los miércoles y sábados para la lectura, y a fin de que los profesores y estudiantes, vecinos y vecinas de alguna instrucción pidan y puedan llevar y leer por espacio de un mes los libros que desean. Para esto existe una sala de secretaría con un bibliotecario a quien se dirigen las cédulas de los libros que se piden y el qual los distribuye, un secretario que las conserva y anota y dos criados que traen y conducen los libros a las salas respectivas de la Biblioteca. Las cédulas se entregan un día antes para poder buscar y traer a los estantes de la secretaría los libros de que rezan. Por lo ordinario, las criadas de servicio son las portadoras de aquellas y de éstos; y en verdad que es un placer verlas cargadas con canastos llenos de libros y de todos tamaños. Veinte mil volúmenes son los que ordinariamente se cuentan en esta continua circulación de ida y vuelta, en todo el año. Se exceptúan las obras raras de mucho coste y de muchas estampas. Generalmente en todas las bibliotecas de Alemania existe esta liberal y laudalísima costumbre de prestar los libros con la caución debida.”


Despois de ler a resposta do claustro, o comentario de Don Ramón Aller non deixa dúbidas:

“Por mucho que a los de Compostela interesaran las noticias anteriores, seguramente no las considerarían de mucha utilidad para perfeccionar sus lecciones y no se les pasaría por mientes imitar en Santiago la Biblioteca de Gotinga."

 
E seguimos…



2 comentarios:

Antonio Martínez dixo...

Fermosa e reflexiva entrada...

Anónimo dixo...
Este comentario foi eliminado por un administrador do blog.