02 outubro, 2010

En la muerte de Avelina Lamas



El regalo más valioso con el que podemos ser agraciados está siempre en los demás: es eso que admiramos de ellos y que nos sirve de ejemplo, impulso y motivación. Cuando ese regalo llega, el agradecimiento toma forma de unos inesperados hilos de cariño que se establecen sólida y calladamente con las personas, más allá de las distancias y más allá de las proximidades.

Por eso, para los que sólo conocimos a Avelina en las horas parpadeantes de un instituto de secundaria, su muerte, ahora, hace que la ternura de un simple recuerdo tenga toda la fuerza de un consuelo.

La foto que acompaña a estas líneas, como muchas veces ocurre, lejos de congelar un simple instante, revela una presencia continua: Avelina, rodeada de libros, sonríe. Y es entonces ese recuerdo, en estas horas en que su muerte nos ha llenado a tantos, de repente y con una violencia inesperada, de una extraña sensación de soledad y desamparo, el que actúa como un bálsamo de consolación: qué orgullo el haber podido admirar y aprender tanto de ella, qué vida más plena la de una persona así.

Y, también por eso, sabemos que el olvido no será siquiera una posibilidad: por encima de los caprichos del tiempo, sobrevuela siempre el cariño.

1 comentario:

Unknown dixo...

"El regalo ...
"... da débeda que..." os que queremos a Avelina temos con Carlos e Mario.