Una
de las preocupaciones no intrínsecamente científicas que
manifiestan casi todos los autores de los libros que comentamos en
esta serie es la de la necesidad de insertar con naturalidad el
conocimiento científico en el interior de la sociedad. Este objetivo
responde, fundamentalmente, a la percepción de que el alto
grado de inversión económica y la enorme sofisticación de los
experimentos y resultados obtenidos (lejos ya de descubrimientos
sobre realidades inmediatas para cualquier persona), podrían llevar
a provocar una fisura de incomprensión entre sociedad y
ciencia. También, de forma más o menos velada, Turok advierte
de cierta prepotencia científica como un factor disuasorio para el
acercamiento de la sociedad al mundo de la ciencia.
Neil
Turok dedica muchas páginas de este libro a argumentar lo necesario
que es que ambas partes se aproximen con honradez, seguro como está
de que "reconectar la ciencia con la sociedad tiene una
finalidad más profunda que desarrollar la próxima tecnología
comercializable". Turok afirma que esa reconexión
permitiría ayudar a ambos polos de la relación a dirigir los
esfuerzos a objetivos positivos y beneficiosos para todos. La imagen
con que titula su libro expresa con nitidez la idea que intenta
defender.
Turok,
como cada vez es más frecuente en estos libros, recurre a lo
personal, a lo humano, a lo biográfico, para acercar la ciencia a
través de los científicos. E, incluso, a lo autobiográfico. En
este sentido, son especialmente interesantes las páginas que dedica
a su testimonio personal sobre su estimulante apuesta educativa en la
Sudáfrica del apartheid, y sus resultados extraordinarios de avance
humano; avance que relaciona con lo que ocurrió durante la
ilustración escocesa, cuando una apuesta similar por la educación
dio lugar a figuras de primer orden como Newton, Faraday y Maxwell.
Por
lo que respecta a su parte técnica, el libro explica con bastante
claridad los elementos básicos de la física cuántica, las
distintas teorías plausibles sobre el origen del universo (si hay un
momento cero que surge de las fluctuaciones cuánticas del vacío o
si hablamos de un universo cíclico) y la fórmula matemática o
ecuación que resume toda la física conocida, y que expresa los
retos a los que la ciencia todavía se tiene que enfrentar
(especialmente, ese origen al que acabo de aludir y el futuro).
En
sus capítulos finales, Turok apuntala la indisoluble unidad entre el
ser humano y el mundo físico en el que nos insertamos, abordando el
fascinante tema de la conciencia, que une inextricablemente física,
química y biología. Turok se plantea si todo es puramente
accidental o si, por el contrario, el ser humano camina de forma
inevitable hacia un control del universo que le permitiría terminar
convirtiéndose en su conciencia.